Algo extraño pasa con Rambo. Sin lugar a dudas, estamos ante una de las sagas de acción más exitosas de los últimos tiempos. De hecho, cada anuncio de una nueva entrega por parte de Sly provoca que millones de fans enloquezcan. Sin embargo, cuando se abren las salas de cine, los espectadores no acuden al ritmo que cabría esperar. Se quiere a Rambo, pero desde un punto de vista nostálgico. No hay gran interés en acudir a los cines.
Así las cosas, Rambo: Last Blood se ha revelado como un fracaso de crítica y público. Los 50 millones invertidos (más 30 en distribución y publicidad) no se compensarán. La taquilla final de la película se quedará al borde de los 70 millones. Un desastre en toda regla.
Antes de estrenar Rambo: Last Blood, nuestro adorado Sylvester Stallone tenía en mente una nueva secuela y una precuela centrada en los años jóvenes de Rambo, pero ahora parece casi imposible que ambos proyectos puedan llegar a hacerse realidad. El negocio es demasiado arriesgado como para que nadie se lance con él. Una pena.