Cuando has firmado una de las mejores series de la historia de la televisión y anuncias el lanzamiento de una película, lo normal es que los fans piensen que todo obedece a un afán de lucro. Y realmente es probable que así sea, pero cuando el resultado es tan sensacional como el de El Camino, la cosa merece la pena.
Tiempo después de los eventos sucedidos tras el último episodio de la serie Breaking Bad, el fugitivo Jesse Pinkman (Aaron Paul) huye de sus perseguidores, de la ley y de su pasado. Así se presentaba en Netflix una película sencillamente brutal. Con un respeto absoluto al espíritu de Breaking Bad, nos encontramos con un filme realmente potente que funciona como cierre para ese sensacional personaje que era Jesse Pinkman. Cuando ya no esperábamos vivir esas sensaciones, resulta que Vince Gilligan logra devolvernos a Breaking Bad con todas las de la ley. Un auténtico placer.
No es llenar pantalla sin sentido alguno. Es un epílogo trepidante. El Camino se ha ganado ya el derecho a ser considerada una de las más gratas sorpresas cinematográficas del año. Sencillamente brutal.