Era la película en la que millones de fans habían depositado sus esperanzas. Después de años de bagaje por el desierto, James Cameron volvía a hacerse cargo de su criatura. Terminator: Destino Oscuro se presentaba como la cinta llamada a devolver el equilibrio a la saga. El responsable de las dos gloriosas primeras cintas se encargaba de la historia y la producción de una entrega que hacía como si ninguna película existiese desde Terminator 2. Desgraciadamente, la cosa no ha salido como se esperaba.
A pesar de que las críticas eran bastante buenas y a que, sin lugar a dudas, estamos ante la mejor entrega desde aquel segundo filme, lo cierto es que el público no ha respondido como se esperaba. Recuperar a la pareja original de protagonistas no ha tenido el efecto esperado. Y es que, con 28 millones de dólares amasados durante su primer fin de semana en suelo americano, lo cierto es Terminator: Destino oscuro se ha dado una leche monumental.
La friolera de 180 millones de dólares (más 90 en distribución y publicidad) era el coste de un filme que se enfrenta a unas semanas duras. Puede que se recuperen más de 250 millones con el impulso del mercado chino, pero parece que Terminator ya no tiene el tirón de antaño. Una pena.