El mundo era suyo. Guapa, simpática, con talento… El público la adoraba y los grandes estudios se daban de tortas por contratarla. Sin embargo, el destino tenía una jugarreta cruel reservada para Geena Davis.
Fue una película de piratas la que se llevó por delante la brillante carrera de la encantadora actriz. Hasta ese año 1995 en el que tomó la horrible decisión de participar en la cinta de Renny Harlin La isla de las cabezas cortadas, Davis contaba con un palmarés repleto de premios (incluido el Oscar por El turista accidental) y de éxitos de crítica y público (Tootsie, La mosca, Beetlejuice o Thelma y Louise). La isla de las cabezas cortadas resultaba uno de los mayores desastres comerciales y creativos de la década, acabando de manera fulminante con la carrera de su protagonista Geena Davis. Cualquiera pensaría que una intérprete de su talento volvería a lo más alto, pero nada más lejos de la realidad.
Desde entonces, en casi veinticinco años apenas se la puede encontrar en películas de moderado éxito. Como mucho, su papel como madre de Stuart Little en las tres cintas del ratoncillo es lo que se puede rescatar. Toda una lástima.