Difícilmente podemos encontrar una actriz de su calibre en las últimas décadas de cine. Susan Sarandon es una de las más grandes. Desde su debut en 1970 con Joe, esta neoyorkina de arrebatadora mirada no ha hecho más que demostrar su talento una y otra vez. Un Oscar (Pena de muerte) y cinco nominaciones al los Premios de la Academia y nueve candidaturas al Globo de Oro avalan una carrera esplendorosa y que Hollywood ha decidido pasar por alto sin ninguna clase de rubor.
Ya no le llegan papeles como merece. Poco reseñable más allá de la miniserie Feud podemos encontrar en los últimos años de la carrera de Susan Sarandon. Atrás quedan los días en los que su agenda estaba llena y a su teléfono solo llamaban los mejores directores de la industria. Una especie de Meryl Streep. Todo personaje que caía en manos se Sarandon se convertía en oro. Y no es que ella perdiese pegada, sino que dejaron de llamarla al ir cumpliendo años.
La calidad de los papeles empezaba a decaer con la llegada del nuevo milenio hasta provocar que a cualquiera le resulte complicado recordar la última vez que se encontró con una película a la altura de su leyenda.
Susan Sarandon tiene 73 años y, a pesar de que ha resistido mucho más que la mayoría, ha terminado arrastrada por esa indecente tendencia de Hollywood a pasar de las actrices cuando cumplen cierta edad. A nosotros nos parece una insensatez desmedida el prescindir de tanto talento. Susan Sarandon ha sido, es y será una de las mejores actrices de la industria. Si los peces gordos de Hollywood no lo aprovechan merecen extinguirse.