Cine europeo de acción. Crítica de “Headhunters”

Si algo he apreciado entre los lectores de Alucine, o al menos entre la mayoría de ellos, es que no se conforman con las películas palomiteras que nos llegan desde la industria estadounidense. Su sed incansable de cine les lleva, afortunadamente, a explorar otras opciones quizás no tan pomposas con inflados presupuestos, pero sí muy interesantes y respetables. Hoy me gustaría hablar de ese thriller noruego que lleva a todos de cabeza: “Headhunters“.

Morten+Tyldum+Headhunters+64th+Festival+del+NjMWUsWMngMl[1]Morten Tyldum, presente director del proyecto “The Imitation Game” de cuyo elenco sobresalen nombres tan conocidos ahora mismo como Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Mark Strong, Charles Dance o Matthew Goode, no era muy popular hasta el estreno de “Headhunters”. Lanzó “Buddy” en el 2003, que ha pasado con más pena que gloria y cinco años más tarde “Varg Veum“, con la cual consiguió una pizca más de reconocimiento, pero no ha sido hasta su tercer largometraje cuando ha conseguido labrarse una buena reputación dentro del mundillo.

Y REPUTACIÓN es la palabra clave de “Headhunters”. La película se inicia con la voz en off del protagonista que pronto nos remite su mayor complejo: una altura más bien corta que lo deja en evidencia frente a los otros hombres nórdicos que genéticamente lo superan. Para compensar eso, él (Askel Hennie) se dedica a concederle todos los caprichos posibles a su espectacular mujer (Synnøve Macody Lund), a pesar de que su cuenta corriente tiene unos descubiertos espeluznantes. Roger se dedica a cazar talentos para su empresa, pero eso no le da tanto dinero como para mantener el tren de vida que lleva, así que tiene un segundo oficio bastante lucrativo: ladrón de guante blanco. Roger es capaz de acceder a ciertas casas donde se guardan piezas de arte que en el mercado negro tienen un gran valor. Es un hombre de recursos y está compinchado con un trabajador de una empresa de seguridad (y ahora es cuando pienso en el anuncio de Securitas Direct).

La cosa se complica drásticamente para Roger cuando conoce al apuesto Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau). Greve está interesado en trabajar en la empresa de Roger y Roger está interesado en la pintura de Rubens que guarda en su casa, pero Greve no es precisamente un tío con el que jugar sucio: estuvo en una unidad especial del ejército que se dedicaba a rastrear a las personas. ¿Tú te la jugarías? Tal vez sí si tu complejo es tan grande como tu soberbia. Roger necesita el dinero y esa pintura en concreto podría alcanzar un valor indecente que solucionaría sus problemas de un plumazo.

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Y hasta aquí os puedo contar, ya que la gran baza de “Headhunters”, como la mayoría de thrillers, es asistir a ciegas al espectáculo. Uno no debe estar prevenido de lo que va a ver, pues lo divertido es ir sacando conclusiones propias para ver con quién aliarse. Es de esas películas en las que las lealtades nunca están claras y los giros -o volteretas directamente- pueden aparecer en cualquier momento, pues la confianza es frágil y debemos ser recelosos con quien la depositamos.

Otra baza de “Headhunters” es su inicio: el protagonista tiene un toque despreciable; tanta chulería concentrada en ese retaco hace que el personaje no caiga bien de buenas a primeras, pero, conforme avanza la historia, uno llega a preocuparse sinceramente por el destino de ese hombre y su engreimiento deja de ser un obstáculo para empatizar con él. Además, en cuanto la acción da el pistoletazo de salida, prácticamente no se detiene hasta la última escena: un gran acierto para olvidarnos de exploraciones psicológicas.

“Headhunters” es una buena opción para pasarlo bien: entretiene y se sale de los estereotipos marcados por el cine con más testosterona de Estados Unidos, aunque no tanto como para no reconocer en ella algunos tintes de los thrillers más clásicos. Es una pena que no sea más conocida porque es un excelente modelo -aún con sus fallos, que haberlos haylos- para ejecutar próximas películas similares.