Es ya uno de los grandes momentos del cine moderno. La Saga del Infinito ha sido una maravilla del Universo Cinematográfico de Marvel. La compañía trazaba un arco argumental que llegaba a su fin con el duelo final de los Vengadores y Thanos. Una batalla a la que Tony Stark ponía punto y final sacrificándose para salvar a todo el mundo. “Yo soy inevitable”, afirmaba el Titán Loco creyendo tener en su poder las gemas del infinito. “Yo soy Iron Man”, respondía nuestro adorado Robert Downey Jr. en una secuencia gloriosa.
Efectivamente, poca pega se le puede poner al asunto. Eso sí, la decisión de que se produjese llegaba en la sala de edición, cuando a Jeffrey Ford se le ocurría la idea. El montador se lo comentaba a los hermanos Russo y estos se llevaban a los actores para un día más de rodaje en el que se alteraba ese final.
Sin embargo, la idea de Robert Downey Jr. era bien distinta. Tal y como confesaba en los People Choice Awards, su deseo era apostar por el tono bromista tan habitual en Tony Stark y despachar el asunto con un: “Oh, snap! (Oh, chasquido)”. No pudo ser y la verdad es que lo agradecemos.