Es, sin lugar a dudas, una de las grandes decepciones del año. Pese a que Terminator: Destino oscuro no estaba nada mal, la película que debía devolver a la saga a lo más alto se pegaba una leche monumental en taquilla. El público le daba la espalda a lo bestia al filme en el que James Cameron regresaba como productor y responsable de la historia. Una secuela directa de Terminator 2 que tenía a Tim Miller como director en lo que parecía un tándem espectacular, pero que ha terminado en desastre.
“Podríamos escribir un libro con las razones por las que no funcionó. Estoy orgulloso de la película, pero era algo que no tenía en mis manos. No controlaba nada. Ha sido una cinta forjada con fuego y con batallas creativas encarnizadas. No podía decidir. Como productor, James Cameron tenía el control. El corte final era cosa suya. Yo explicaba escenas que debía tener la película y caminos necesarios, pero daba igual. No quiero volver a vivir una experiencia así ni a trabajar en esas circunstancias”.
Efectivamente, Tim Miller se marcaba una rajada espectacular en una entrevista a The Bussiness, responsabilizando completamente a James Cameron por el fracaso de una cinta que podría haberse cargado definitivamente la saga Terminator. Y es que mal pinta la cosa para el T-800 de cara al futuro.