Año 2019. Neo-Tokyo es una ciudad construida sobre las ruinas de la antigua capital japonesa destruida tras la Tercera Guerra Mundial. Japón es un país al borde del colapso que sufre continuas crisis políticas. En secreto, un equipo de científicos ha reanudado por orden del ejército un experimento para encontrar a individuos que puedan controlar el arma definitiva: una fuerza denominada “la energía absoluta”. Pero los habitantes de Neo-Tokyo tienen otras cosas de las que preocuparse. Uno de ellos es Kaneda, un joven pandillero líder de una banda de motoristas. Durante una pelea, su mejor amigo, Tetsuo, sufre un extraño accidente y termina ingresado en unas instalaciones militares. Allí los científicos descubrirán que es el poseedor de la energía absoluta. Pero Tetsuo, que no se resigna a convertirse en un conejillo de indias, muy pronto se convertirá en la amenaza más grande que el mundo ha conocido.
Parecía que esta vez era la buena, pero solo se trataba de una nueva ilusión. Como si de una predicción se tratase, la película de acción real de Akira comenzaba a tomar cuerpo este mismo año. El genial Taika Waititi (Lo que hacemos en las sombras, Thor: Ragnarok) parecía ser el tipo capaz de llevarse el gato al agua definitivamente. Tras varios años intentando que el proyecto se hiciese realidad y con innumerables cancelaciones, casi habíamos empezado a dar por hecho que está vez todo saldría bien. Incluso se anunciaba oficialmente el comienzo del rodaje para estos meses. Demasiado hermoso para ser real.
Warner ha eliminado Akira de su calendario de estrenos. La major nos ha dejado congelados al hacer oficial que el desarrollo de la película quedaba aparcado. Una decepción de épicas dimensiones con uno de esos proyectos que parecen malditos.
Es una pena, pero prefiero que no la adapten si van a hacer una mala película de un clásico