Pocos como él. Hay personas que nacen con un don especial. Gente por la que pasa los años, lo que notamos porque cada vez más arrugas surcan su piel. Sin embargo, la sala de máquinas funciona cada vez con más potencia. Ken Loach es el ejemplo perfecto de ello. A sus 83 años, el director parece cada vez más lúcido, lo que los cinéfilos agradecemos de sobremanera. No sabemos si el mundo es un lugar mejor gracias a él, pero seguro que es más rico.
La alfombra roja del Festival de San Sebastián ha dado la bienvenida a la frágil e imponente figura de Loach, que llegaba con Sorry we missed you bajo el brazo. Otra obra fundamental en la carrera del director y, sin lugar a dudas, una de las mejores cintas del año. Tipos como él deberían vivir mil años.