Hay veces que una película empieza a estrellarse incluso antes de iniciar su rodaje. La elección del casting es uno de los elementos más críticos a los que un proyecto se enfrenta. La diferencia entre el éxito y el fracaso llega, muchas veces, con los rostros que decides poner ante las cámaras. Hay gente que no pega y el caso de Nicolas Cage con El Motorista Fantasma es de los más representativos.
Por todos es conocida la obsesión de Nicolas Cage por el mundo de los superhéroes. Desde hacía décadas, el ganador del Oscar por Leaving Las Vegas estaba empeñado en “engañar” a algún director para que le contratase en un papel de superhéroe. A punto estuvo de conseguirlo con Tim Burton y Superman, pero la cosa no cuajó. Si que lo hizo con El Motorista Fantasma para conseguir ser parte del esperpéntico resultado final. Su peluquín y su cara de palo son mucho menos de lo que el célebre personaje se merecía.
Hace mucho tiempo, la superestrella de las acrobacias en moto, Johnny Blaze (Nicolas Cage) hizo un trato con el diablo para proteger a los que más quería: su padre y su novia de la juventud, Roxanne (Eva Mendes). Ahora, el diablo ha venido a cobrar su deuda. De día, Johnny es un motero acróbata temerario… pero de noche, en presencia del diablo, se convierte en Ghost Rider, un cazarrecompensas de demonios deshonestos. Obligado a hacer la voluntad del diablo, Johnny está decidido a enfrentarse a su destino y utilizar su maldición y sus poderes para defender al inocente…
Cierto es que la película en sí ya era bastante malilla, pero lo de Nicolas Cage fue el remate.