El fenómeno está siendo de proporciones épicas. Pese a que la crítica no la recibía demasiado bien, lo cierto es que los millones de usuarios de Netflix le daban su bendición, convirtiéndola en un auténtico fenómeno. The Witcher lo petaba hasta el punto de que el lanzamiento de su segunda temporada está ya a la vuelta de la esquina. La historia de Andrzej Sapkowski llegaba a la plataforma de streaming con aires de gran producción y con el mismísimo Henry Cavill al frente. Eso sí, hace casi 20 años ya hubo quien se atrevió a desarrollar una ficción de The Witcher que poco tenía que ver con la serie de Netflix.
Geralt de Rivia, el sensacional brujo protagonista de con el rostro carente de expresión de Michał Żebrowski. Ese era solo uno de los mil elementos grotescos de Wiedźmin, la The Witcher polaca que se estrenaba en el año 2001. ¿Os acordáis de las series de Xena, la princesa guerrera o de Hércules? Pues en ese rollo iba la infamia que veía la luz por aquellos días. Un auténtico desastre machacado por la crítica.
¿Y quién estaba al frente de la producción? Pues Marek Brodzki. Puede que el nombre no os diga demasiado, pero este tipo era el ayudante de dirección de Steven Spielberg en La lista de Schindler y prometía tener una fructífera carrera cinematográfica. Desgraciadamente, una tarjeta de presentación como la de Wiedźmin acababa con cualquier aspiración.
Un año después, el mismo equipo de la película lanzaba una serie de televisión más decente, pero igualmente olvidable. Aquella The Witcher era de consumo demasiado complicado.
Estaría mal hecha pero lo poco que se ve de la batalla “contra” el dragón dorado, por ejemplo, se más fiel que la adaptación de Netflix.
Sera mas cutre, pero cuenta la historia mucho mejor y con mas valores que la de los progres de netflix.