Casi todo lo que ocurre en Braveheart es leyenda pura del cine. Y es que mil veces podremos ver el filme de Mel Gibson y mil veces nos emocionará. Eso sí, nada comparable con ese instante en el que William Wallace decide que no va a arrodillarse ni aún al borde de la muerte.
En el siglo XIV, los escoceses viven oprimidos por los gravosos tributos y las injustas leyes impuestas por los ingleses. William Wallace es un joven escocés que regresa a su tierra después de muchos años de ausencia. Siendo un niño, toda su familia fue asesinada por los ingleses, razón por la cual se fue a vivir lejos con un tío suyo. Eso sí, Wallace no ha olvidado el daño sufrido por él y por parte del pueblo escocés, de modo que iniciará una lucha épica que terminará en un final legendario.
¡Maldita sea, William, “Clemencia”! ¡Tampoco es tan difícil decirlo! Tras el enésimo visionado de Braveheart, todavía seguimos esperando un ataque de cordura del héroe escocés que frene el hacha del verdugo. Lo que pasa es que Wallace no se amilana ni en el patíbulo. “¿Clemencia?” No. ¡Libertad!
https://youtu.be/yqmA8Qc7yV4