Tienen frentes de lo más rentables abiertos por doquier . Disney atraviesa el mejor momento de su historia. La compañía del ratón se ha convertido en un gigante incomparable en el mundo del entretenimiento y el merchandising. Entre sus producciones propias, Marvel, Pixar, Star Wars y, desde ahora, Fox, nadie puede compararse ni remotamente a Disney dentro de la industria.
Uno de los grandes puntales de la compañía a lo largo de los últimos años son las adaptaciones a imagen real de sus clásicos de animación. Son incontables los proyectos ya en marcha de este perfil y que se vienen a sumar a exitazos del calibre de La Bella y la Bestia , El libro de la selva, El Rey León o Aladdín. La realidad es que la mayoría de películas lo han petado y las que no lo han hecho, como Dumbo, al menos han recuperado lo invertido. Solo hay una excepción a todo ello.
¿Dónde empezó Disney a darse cuenta de lo que tenía entre manos? Pues al lanzar Alicia en el país de las Maravillas. La película de Tim Burton lo petaba a lo bestia, hasta el punto de superar los 1.000 millones de dólares recaudados. Sin embargo, la secuela de Alicia a través del espejo (2016) resultaba un auténtico fiasco. La cinta ni se aproximaba a los datos de su antecesora, cerrando con unas pérdidas de 80 millones de dólares y con cualquier posibilidad de continuación para la saga. A día de hoy, sigue siendo el único desastre dentro de las adaptaciones a imagen real de Disney.