Se acerca la gran noche. Lo que prometía ser una de las galas de los Oscar más abiertas de la historia parece que empieza a perder emoción. A lo largo de las últimas semanas, 1917 ha ido inclinando la balanza a su favor de una forma espectacular, apoyándose en galardones tan importantes como el Globo de Oro, el premio del Sindicato de Productores o el reciente Bafta. Pese al buen nivel de sus competidoras, parece que la cinta de Sam Mendes es la única sin punto flaco de cara a conquistar al mayor número de académicos hasta el punto de que, a día de hoy, la sorpresa sería que no venciese.
El Irlandés es, para muchos, la mejor película de los últimos años. De hecho, puede que Martin Scorsese se lleve un nuevo y merecidísimo Oscar a Mejor Director. Sin embargo, el la Academia siguen empeñados en mantener el cordón sanitario a Netflix, lo que le resta muchísimas opciones. Junto a ella, Parásitos se ha convertido en la película que más premios ha acaparado a lo largo de todo el mundo y en un ejercicio cinematográfico de los que pasan a la historia. Desgraciadamente, sus opciones se reducen radicalmente al ser un filme de Corea del Sur. Esas seis nominaciones al Oscar ya son todo un logro conociendo el perfil de los votantes.
¿Y qué pasa con la más nominada? Joker aspira a llevarse a casa la friolera de once estatuillas. No obstante, el género superhéroes, aunque sea en un formato tan extraño e innovador, no goza de la estima de muchos.
Si a todos esos factores le añadimos que 1917 es una auténtica joya cinematográfica y a que el cine bélico es muy del gusto de los votantes más clásicos (la mayoría pasan los 65 años), todo parece indicar que nadie puede meterle mano a la película de Sam Mendes.