Sigue siendo el género “maldito”. A pesar de que tradicionalmente se dice que la comedia es el género del que huyen los premios, la realidad es que el terror es el que siempre se cargan. A lo largo de la historia nos hemos encontrado con infinidad de obras maestras que por su temática quedaban automáticamente desahuciadas de la posibilidad de cualquier galardón. Alien, El Resplandor, Psicosis… El cine no podría entenderse sin tan descomunales cintas. Sin embargo, su terreno quedaba reducido al de Oscars “menores” en el mejor de los casos.
El Sexto Sentido y Déjame Salir. Más allá de las dos películas, poco reconocimiento para el terror. Algo que se vuelve especialmente inaceptable en un año como este, en el que venimos de encontrarnos con tres auténticas joyas del terror. Nosotros, Midsommar y El Faro. Solo la fotografía de esta última se ganaba una mención por parte de los académicos, lo que resulta tan asombroso como inexplicable.
Así las cosas, los Oscar han dejado pasar la enésima oportunidad de ofrecer el merecido reconocimiento a un género capaz de atraer a los cines a millones de espectadores cada año. Un error que empieza ya a ser grosero.