Vamos con otras dos maravillas de Netflix para toda la familia. En esta ocasión, lo que venimos a ofrecerle a los papás y abuelos que tienen todo el día a niños a su cargo en este obligado confinamiento casero son dos productos realmente distintos, pero disfrutables a lo bestia. Y es que Klaus y Daniel el travieso garantizan un buen rato a todos.
Con nominación al Oscar incluída, Klaus es una de las cintas de animación más bonitas e imaginativas de los últimos años. Un cartero es enviado a una ciudad congelada en el norte, donde descubre que Papá Noel está escondido. A Jesper, el peor estudiante de la academia postal, le destinan a Smeerensburg, una gélida isla más allá del Círculo Polar Ártico, donde sus conflictivos habitantes apenas intercambian palabras y, mucho menos, cartas. Jesper está a punto de rendirse cuando encuentra una aliada, Alva, la profesora del pueblo. También descubre a Klaus, un misterioso carpintero que vive aislado en una cabaña repleta de juguetes hechos a mano. Estas improbables amistades traerán la alegría de nuevo a Smeerensburg, y crearán un nuevo legado de vecinos generosos, leyendas mágicas y calcetines colgados con cariño en las chimeneas.
Nos vamos ahora a 1993, año en el que el genial Daniel el Travieso llegaba a nuestros cines acompañado del inolvidable Walter Matthau. Daniel es un niño muy inteligente, travieso e inquieto, que continuamente está metido en líos, unas veces de forma intencionada y otras por puro accidente. Su vecino, el jubilado señor Wilson, suele ser la víctima de la mayor parte de sus travesuras. Risas a mansalva garantizadas.