Llevamos “taitantos” días de cuarentena. Ya empezamos a sentirnos como Tom Hanks en Náufrago, marcando con una muesca en la pared cada día que pasa. Pero como nos negamos a caer presa de la desesperación, hoy traemos una feliz y encantadora comedia… o no. De hecho, la propuesta de hoy es de digestión difícil. Y es que Tenemos que hablar de Kevin.
En el año 2011, Lynne Ramsay decidía llevar a la gran pantalla la perturbadora novela de Lionel Shriver, Tenemos que hablar de Kevin. El resultado no es otro que un mazazo en las costillas. Desde el primer minuto comienza nuestro infernal paseo junto a una mujer destruida y odiada por todo el mundo que le rodea. Todo es insano en la película, incluidos los fragmentos en flashback de un tiempo que tendría que haber sido feliz para nuestra protagonista. Algo es terrible en la vida de Ana desde el nacimiento de su pequeño Kevin .
Con una insana y perturbadora puesta en escena, Tenemos que hablar de Kevin esconde algo tan grande, como oscuro. La mirada de esa enorme actriz llamada Tilda Swinton lo deja claro en cada instante. Detrás de cada parpadeo hay un pozo. Esperemos que podáis conciliar el sueño después de ver Tenemos que hablar de Kevin. Mil disculpas si hoy hemos sido demasiado duros.