Hay veces que las cosas salen por donde uno menos espera. No son pocas las superproducciones que se pegan batacazos descomunales e inesperados, mientras que en otras ocasiones nos encontramos con proyectos modestos y con pinta extravagante, que terminan arrasando. Si no, que le pregunten a Tiger King.
En el mundo de los propietarios de grandes felinos, la realidad supera con creces a la ficción. Entre los excéntricos y gurús que lo habitan, pocos destacan tanto como Joe Exotic, un cantante de country polígamo y amante de las armas que dirige un zoológico de carretera en Oklahoma. Joe, un tipo carismático pero descarriado, y unos personajes increíbles -entre los que se cuentan capos de la droga, estafadores y líderes de sectas- tienen algo en común: su pasión por los grandes felinos y por el estatus y la atención que suscitan sus colecciones de animales. Pero la situación se vuelve peligrosa cuando Carole Baskin, una activista por los derechos de los animales y propietaria de un refugio de grandes felinos, amenaza con arruinarles el negocio, avivando una rivalidad que acaba con el arresto de Joe, acusado de contratar a un asesino a sueldo. La investigación revela una historia retorcida y rocambolesca que deja bien clara una cosa: lo único más peligroso que un gran felino es su dueño.
Con ese argumento se plantaba en la parrilla de Netflix Tiger King, un documental que lo está petando. Con siete episodios realmente interesantes, la historia de Joe ha conseguido que millones de usuarios en todo el mundo no puedan dejar de hablar de esta curiosa historia. La realidad suele superar a la ficción y esta locura de documental es uno de los mejores ejemplos.