Nunca estaremos demasiado confirme con el cierre de la tercera trilogía intergaláctica. Tras dos cintas realmente atractivas, J.J. Abrams patinaba en la despedida del arco argumental de los Skywalker con un filme muy lejos de lo que cabría esperar. Atropellado, descuidado y desacertado en su mayoría, a punto estuvo de cometer un error garrafal. Por suerte allí estaba Spielberg para evitarlo.
Tras el visionado de lo que ya prometía ser la versión final de Star Wars: El ascenso de Skywalker, el bueno de Steven Spielberg reparaba en un detalle. Y es que no se conocía el destino de Babu, el reparador de droides que recupera la memoria de C3PO. De hecho, tan a su suerte se dejaba al divertido personaje que parecía haber muerto en la explosión de Kijimi. Ante tal situación, Spielberg no pudo menos que reclamar explicación sobre el personaje.
Así las cosas, J.J. Abrams decidía introducir a Babu en la nave de Zorii al fina de la película. Podríamos decir que la pequeña criatura salvó el pellejo gracias a Spielberg.
Si, es verdad, la segunda era super atractiva