Es noche de cine (como todas). Aquí estamos nosotros para ahorraros ese proceso de horas de elección de película buceando por plataformas de streaming. Hoy toca un viaje a la Segunda Guerra Mundial por cortesía de Netflix. Y es que La canción de los nombres olvidados es bastante más de lo que parece.
En pleno estallido de la Segunda Guerra Mundial, el pequeño Dovidl llega a Londres como refugiado judío desde su Polonia natal. Con solo 9 años es un prodigio del violín, lo que propicia su acogida en una destacada familia británica, que le integra como un hijo más y promociona sus estudios musicales. Dovidl se convierte en el mejor amigo de su nuevo “hermano” Martin. Años después, Dovidl está a punto de ofrecer su primer y esperado concierto, pero horas antes desaparece sin dejar rastro, provocando la vergüenza y la ruina de la familia, y dejando a Martin sumido en la tristeza y la incertidumbre. Convertido en profesor y experto musical, Martin (Tim Roth), ya adulto, descubre por casualidad a un joven violinista que le muestra una filigrana estilística que sólo Dovidl podría haberle enseñado. Martin comienza entonces una búsqueda que le llevará a recorrer medio mundo y a adentrarse en su propio interior para intentar dar respuesta a las preguntas silenciadas durante tantos años.
Ilustres nombres del calibre de Clive Owen o Tim Roth para una película que no gozó del reconocimiento necesario en su momento. Dista de ser perfecta, pero nadie puede negar la golosina para los sentidos que presenta François Girard. El hombre de El violín rojo no ha perdido el pulso con el paso de los años.