Así sin llamar mucho la atención llegaba a nuestras pantallas Un Invierno en la Playa allá por 2013. La opera prima de Josh Boone (Bajo la misma estrella) irrumpía con falsos aires de comedia, para demostrarnos lo poquito que hace falta para estudiar al amor en todas sus dimensiones. Lo que podría tomarse por un trabajo usual se cargaba de sensacionales e inteligentes matices, haciendo alarde de una llamativa capacidad para abordar la inmensidad con miradas y gestos sutiles. Demasiado luminosa para las plumas más afiladas, Un invierno en la playa merecía mucho más reconocimiento.
Años después de su divorcio, el veterano novelista Bill Borgens (Greg Kinnear) sigue obsesionado con Erica (Jennifer Connelly), la mujer que lo abandonó por otro hombre. A pesar de los esfuerzos de su vecina Tricia (Kristen Bell), él sólo tiene ojos para Erica. Cuando Bill descubre que su hija Samantha (Lily Collins) acaba de publicar su primera novela, se da cuenta de que él hace tiempo que no escribe. Al mismo tiempo, su hijo Rusty (Nat Wolff) intenta también encontrar su camino como escritor de ficción.
Repartazo enorme para una película capaz de dejarnos unos cuantos momentos de esos que calan hasta los huesos. ¿Alguna vez habéis visto cómo se rompe un corazón por vez primera? Pues al loro con Un invierno en la playa. Disponible en Movistar +.