Hace tiempo que “Nader y Simin, una separación” ha dejado de estar de moda. Al igual que me ocurre con los bestseller en los libros, recelo un poco de esas películas que cosechan miríadas de estatuillas, abren los ojos de la gente y atraen público a mansalva. Alguna que otra vez me quedo relegado y sin tema de conversación en el ascensor, pero no me importa. Sé que si de verdad me interesa la película, ya me ocuparé de que toparme con ella cuando haya menos revuelo para no contaminarme de opiniones ajenas.
No me pasó eso con “Nader y Simin, una separación”. Reconozco que no estoy muy puesto en el cine iraní y solo la conocía de oídas. Los prejuicios a veces me convierten en un ser detestable. A medida que la iba viendo, comprendí que, de Irán o no, no es una película como las demás y merece todos y cada uno de los premios que haya cosechado, que no son pocos.
La escena inicial de “Nader y Simin, una separación” consiste en una pareja de oriente que quiere divorciarse. No hay razones de peso: él no le pega, no le niega el mantenimiento; de hecho, la quiere y la cuida. No le gusta que se vaya, pero tampoco se lo impide. Lo único que alega es que no puede irse con ella. Tiene un padre muy enfermo, un trabajo que mantener y le gustaría que su hija creciera en Irán. Ella, en cambio, cree que ahí la niña no tendrá futuro y prefiere irse fuera. El título y el comienzo es engañoso, pues la cinta no va de una separación tal y como podemos entender. No es un divorcio. La separación, en realidad, va mucho más allá.
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El guión corre a cuenta del propio director, Asghar Farhadi, y no está basado en ningún libro, sino que es original. Esto le suma más puntos de los que creéis. Farhadi se ha propuesto retratar una separación entre la Irán más liberal y la Irán más tradicional, entre el pasado que se deshace con el Alzheimer del abuelo y el porvenir, el futuro que representa la hija del matrimonio, entre las culpas que de algún modo unen, entre la certidumbre y las dudas. Y sí, también cae algo de la separación entre los cónyuges, pero Asghar Farhadi no quiere que nos quedemos con eso. No le da importancia porque jamás llega a resolverlo.
Lo interesante de esta película lo encontramos en el desarrollo. Nader necesita a alguien para cuidar de su padre enfermo y contrata a una mujer que le causará problemas; una figura sumisa, pero que intenta hacer valer sus derechos cuando pierde el bebé por culpa de un empujón de su patrón. Su marido, que está de su parte, tampoco se lo pondrá fácil a Nader. Y Nader ya tiene sus propios problemas con una hija adolescente que requiere atención y cierto consuelo ante ese distanciamiento de sus progenitores. También está el abuelo, que consume mucha energía porque la vigilancia que necesita es perpetua. “Nader y Simin, una separación” no es una película de acción, pero sabe cómo mantenerte casi las dos horas en tensión, sabe cuándo dar los giros, cuándo soltar nueva información, cuándo los personajes deben ser matizados…
En cuanto a la técnica del director, creo, sin ser un experto en el tema, que está muy subyugada al argumento. Prevalece lo que quiere contar sobre el cómo lo quiere contar, pues es directo, sin florituras, sin recrearse en la fotografía o en los efectos visuales. El tono de narración se acerca al documental, sin serlo, porque es realista, cercano. Es verdad que destacan algunas escenas que sobrecogen en las que no hay palabras, solo un cruce de miradas que te lo cuenta todo, pero más allá de eso no ha hecho “magia” con la técnica. No obstante, yo no lo he echado de menos. Ha hecho un buen trabajo con los actores principales (Peyman Moaadi, Leila Hatami, Sareh Bayat, Shahab Hosseini y Sarina Farhadi); ellos ya se han encargado de suplir cualquier efecticismo con la naturalidad de sus actuaciones. Como curiosidad, resalto que Sarina Farhadi es la hija del director, pero aunque no lo fuera, le auguro un gran futuro si sigue por ese camino. Ella junto al padre me ha parecido soberbia.
Se puede decir que respecto al cine iraní, he hecho un descubrimiento triple que me deja muy satisfecho. ¿Vosotros la habéis visto? Si estáis más puesto que yo en cine iraní, ¿qué me recomendáis? ¿La veis floja respeto al cine que sale de allí o, por el contrario, descolla? Contadme cualquier cosa.
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