Resulta incomprensible que esta maravilla de los Coen no ocupe un lugar de honor en la historia del cine. El ideario colectivo debería tener en más consideración la poética historia de un gánster (Albert Finney) y su lugarteniente (Gabriel Byrne) enfrentados por el amor de una mujer. Y es que los hermanos Coen firmaban una obra tan perfecta que llega a abrumarnos.
Año 1929. Entre dos amigos surge una gran rivalidad a causa del amor de una mujer. Leo, un gángster que domina la ciudad, y Tom, su lugarteniente, se enfrentan en una guerra abierta que desencadenará traiciones, conflictos políticos, corruptelas y escisiones internas.
Cine negro con el toque marca de la casa. Muerte entre las flores pone patas arriba uno de los géneros que más alegrías han dado al cine con una apuesta tan llena de tinieblas como de descarado humor. Sin renunciar a la esencia misma de las películas de gangsters, los Coen deciden impregnar de su peculiar estilo un filme que roza la perfección en todos sus aspectos. De hecho, pese a no gozar en la memoria de muchos del prestigio de otros de sus filmes, la realidad es que puede tratarse de la mejor obra de estos fenómenos, siempre en dura pugna con Fargo.
Por si esto no fuese suficiente, resulta que el mundo de las traducciones de títulos al español nos daba una de las pocas alegrías de su historia. El original Miller´s Crossing era sustituido por ese lírico e inolvidable Muerte entre las flores. Obra maestra de película.