Fue una idea realmente loca, pero también magnífica. Michael Jordan y Bugs Bunny molan. Eso es un hecho. ¿Por qué no juntarlos en una película? Eso debió pensar el director Joe Pytka hace un par de décadas, cuando se puso manos a la obra con Space Jam. La cinta que unía en la gran pantalla los dibujos animados de los Looney Tunes y a algunos de los jugadores de baloncesto más emblemáticos de la época va camino de cumplir 25 años, pero no podemos negar que sigue molando como el primer día.
Bugs Bunny y su equipo desafían a los Nerdlucks (un grupo de pequeños extraterrestres) a un partido de baloncesto para decidir si los Looney Tunes permanecen en la Tierra o se trasladan a una lejana galaxia para trabajar en un parque de atracciones de Montaña Tontolandia. Los Nerdlucks cuentan con una poderosa arma secreta que los hace superiores: se han apoderado de las mejores cualidades de las estrellas de la NBA (Charles Barkley y Patrick Ewing). Pero también los Looney poseen un arma secreta: ¡Michael Jordan!
Space Jam es tan sumamente ingeniosa y divertida que ha conseguido navegar por los océanos del tiempo sin problema alguno. En estos días que corren, muchos jóvenes desconocen el calibre que alcanzó la figura de Michael Jordan y lo que supuso en la década de los 90 (recomendable El último baile en Netflix para recordarlo). De igual modo, Bugs Bunny suena casi a antigualla. Sin embargo, Space Jam sigue siendo un alarde de imaginación. Para colmo, Bill Murray está por ahí en medio. No se le puede pedir más a la cosa.