Ree Dolly (Jennifer Lawrence) vive en una zona rural de los montes de Missouri. Es una chica de 17 años que tiene que hacerse cargo de su familia en una situación de extrema precariedad. Su padre Jessup, tras salir de la cárcel en libertad condicional, ha desaparecido misteriosamente y, si no aparece, en pocos días perderán la casa donde Ree vive con su madre enferma y sus dos hermanos pequeños. Encontrar a su padre se convierte entonces para la joven en una cuestión vital.
Comienza así el camino sin retorno a la oscuridad latente en el lugar por parte de Ree. Tiene que encontrar a su padre como sea en ese pequeño y opresivo decorado formado por un pueblo y unas montañas en las que cada vez que atraviesas una puerta o cruzas una colina te das de bruces con gente herida y curtida a golpes. Mucho es lo que hay del western clásico en una obra que comienza como un difícil y lento paseo, pero que termina por mutar en turbadora hasta niveles pocas veces visto.
Winter´s Bone tiene el tacto rugoso de las manos de quien lleva demasiados años agarrándose a la cuerda que le separa de caer al precipicio. Una sensación capaz de mezclarse con el espíritu de villorríos salidos de la mente de William Faulkner. Y ahí, en medio de la fría bruma, emerge una jovencita rubia llamada Jennifer Lawrence que da el primer paso para convertirse en una de las actrices más brillantes del cine de las últimas décadas.
Este trago amargo y fascinante que nos congela el cuerpo por dentro y que se llama Winter´s Bone es una de esas pequeñas joyas del cine que nadie debería dejar pasar.