Todavía no le encontramos explicación a su falta de repercusión. Vale que la década de los 90, al igual que la de los 80, está plagada de grandes y memorables películas y que hacerse un hueco entre tanta leyenda no es sencillo. Sin embargo, Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto juega en la liga de las grandes aunque no se quiera reconocer.
Jimmy es un gángster retirado apodado “El Santo” porque nunca mató a un hombre; las palabras y la elegancia eran sus armas. Jimmy vive una existencia tranquila en la ciudad de Denver, hasta que un buen día recibe la visita de su antiguo jefe. Éste, apodado “El hombre con un plan”, le propone un último trabajo: dar un susto a un chico que mantiene relaciones con la ex-novia de su hijo. Para llevar a cabo su tarea, Jimmy reúne a sus viejos compinches. Pero uno de ellos, pierde los nervios y la cosa acaba mal…
Ese sensacional intérprete llamado Andy García es el protagonista de una película sensacional, firmando el mejor papel de su carrera. No es poco decir, teniendo en cuenta que hablamos del actor de Los intocables de Eliot Ness o de El Padrino III. Corría el año 1995 cuando esa mezcla de cine noir y comedia negra titulada Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto se plantaba en nuestras vidas con los argumentos necesarios como para haberse hecho un hueco imprescindible dentro de la historia del séptimo arte. Diálogos sensacionales, hábiles y arrolladores para aderezar una trama sensacional y plagada de personajes brutales.
Enérgico y osado, el guión de Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto sigue siendo para paladear cada segundo. Por si no fuese suficiente. Christopher Walken, Steve Buscemi y Christopher Lloyd le ponen la guinda a una película digna de ser recordada.