El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta.
El detective Mills (Brad Pitt) apunta a la cabeza al despiadado psicópata que les ha tenido en jaque durante más de hora y media de película. No hay nadie en kilómetros a la redonda. En algún lugar del árido paraje se encuentran los cadáveres de las últimas victimas del asesino. Un mensajero se acerca en una furgoneta. El teniente Somerset (Morgan Freeman) camina hacia el hombre, que le entrega un paquete. Somerset lo abre, destapando el final más sobrecogedor de la historia del cine, cortesía del maestro Fincher. Lo del final de Seven es de otro planeta.