“No quieren aceptar el hecho de que están enfrentándose a un hombre que es un experto en la lucha de guerrillas. Ese hombre es excepcional con armas de fuego, con el cuchillo, con sus propias manos. Un hombre que está entrenado para ignorar el dolor, las condiciones climatológicas, vivir de lo que da la tierra, comer cosas que harían vomitar a una cabra. En Vietnam, la misión de mis hombres era eliminar a ciertos enemigos. ¡Matar! ¡Punto! Matar o morir… y Rambo era el mejor”
Efectivamente, el tiempo demostró que el Coronel Trautman no mentía. Y es que, desde su primera aparición en la gran pantalla allá por el año 1982, nuestro querido John Rambo siempre ha dejado claro que es una máquina de matar. Acorralado daba el pistoletazo de salida a una saga gloriosa con la que el bueno de Sylvester Stallone se ganaba nuestro respeto eterno. Unas películas que, de haberse apostado por el otro final rodado para la Acorralado, nunca se habrían hecho realidad.
Alguien tuvo la buena mano de , en la sala de montaje, descartar lo que iba a ser el desenlace del filme. En el mismo, un John Rambo destruido y consciente de que no tiene más habilidad que la de matar, le pide al coronel que acabe con su vida. Así, el mítico personaje terminaba abatido por una bala. Menos mal que se descartó…