Sarah Connor, la madre soltera del rebelde John Connor, está ingresada en un psiquiátrico. Algunos años antes, un viajero del tiempo le había revelado que su hijo sería el salvador de la humanidad en un futuro dominado por las máquinas. Se convirtió entonces en una especie de guerrera y educó a su hijo John en tácticas de supervivencia. Esta es la razón por la que está recluida en un manicomio. Cuando un nuevo androide mejorado, un T-1000, llega del futuro para asesinar a John, un viejo modelo T-800 será enviado para protegerle.
Ha llovido bastante desde aquel año 1992, pero Terminator 2: El juicio final sigue siendo una de las cintas más aclamadas de la historia. El tándem formado por James Cameron y Arnold Schwarzenegger repetía éxito con un filme de que creíamos conocer todos los secretos, pero nada más lejos de la realidad. Y es que, 30 años después, todavía salen a la luz anécdotas tan curiosas como la que nuestro queridísimo Arnie acaba de dar a conocer.
Cuando un rodaje es tan espectacular como el de Terminator 2, cualquiera podría imaginar que el bueno de Schwarzenegger elegiría cualquier complicada escena como su momento más difícil del rodaje. Sin embargo, lo cierto es que, tal y como ha confesado el actor, el “caos” llegaría con una de las habituales visitas de sus hijos al set.
“Mi hija Katherine llegó cuando estábamos en plena filmación de Terminator 2. Entonces me vio cuando la mitad de mi cara se había eliminado por maquillaje, con el ojo iluminándose y todo eso. Empezó a gritar y llorar en el set porque no entendía por qué papá tenía ese aspecto”.
Efectivamente, la pequeña no encontraba consuelo, poniendo en jaque a un actor que tuvo que dedicarle un buen rato a la pequeña para lograr consolarla. Gajes del oficio.