Aunque no le guste demasiado la Navidad, este tipo emana espíritu navideño por los cuatro costados. Allá por el año 2000, nuestro queridísimo Jim Carrey se metía en la piel de El Grinch, un personaje ilustre donde los haya. El resultado era una película encantadora, divertida, familiar y que hoy nos viene al pelo.
El Grinch es una especie de ogro verde que siempre ha vivido aislado en la cima de una montaña, en las afueras de Villa Quién. Habituado a la soledad, lo que le destroza los nervios son los villancicos que la gente del pueblo canta en Navidad; para vengarse, decide robar los regalos de Santa Claus.
Pese a no ser recordada como una obra maestra precisamente, El Grinch era un divertimento navideño más que interesante. Una película en la que le bueno de Jim Carrey abría el tarro de las esencias de esas muecas que tanto le gustan. Todo un fenómeno del que hoy podemos disfrutar gracias a Netflix, Prime Video y HBO Max.