Antes de nada, vaya por delante que hay que tener buenas dosis de talento para detestarse tanto y ser capaces, a la vez, de firmar una de las historias de amor más aclamadas del cine. Pese a que la química vista en la gran pantalla era indiscutible, el odio que existía entre Ryan Gosling y Rachel McAdams era absoluto. El diario de Noa prometía grandes cosas, pero lo cierto es que a los pocos días de rodaje aquello ya era un infierno.
«Ryan vino a hablar conmigo en medio de una escena con 150 personas en el set. Estaba haciendo una escena con Rachel y me dice: ‘¿Te importa sacarla de aquí y traer a otra actriz para leer fuera de cámara conmigo?’». Así narraba Nick Cassavetes la insostenible relación que se vivía en el set .“Gosling insistió en que no podía hacerlo con ella y en que no íbamos a lograr nada”. Ese fue el momento en el que el director de la cinta decidió que solo podía abandonarlo todo o tratar de reconducirlo.
“Era imposible que ambos actores pasasen un día entero en el set sin que hubiese decenas de problemas. Llegado un punto, decidí llevármelos a un lado para hablar. La discusión resultó de épicas proporciones. Ellos seguían sin poder ni verse, pero al menos la cosa fue más llevadera”, declaraba un Nick Cassavetes, que recordaba con agobio aquellos días.
Pero como del amor al odio (y viceversa) hay solo una fina línea, todos los que vivieron en primera persona la pesadilla que fue el rodaje de El diario de Noa no pudieron más que sorprenderse al conocer que, meses después, ambos actores iniciaban una apasionada relación sentimental que duraría tres años.