Parece que llevan un siglo repartiéndose, pero nada más lejos de la realidad. Hoy es la gran fiesta del cine español. La 35 edición de los Premios Goya se celebra en un ambiente de lo más extraño. Y es que la pandemia mundial de coronavirus ha obligado a que la ceremonia sea telemática. Los nominados estarán en sus casas y recibirán los premios desde sus sofás. Una rareza que esperamos que no vuelva a producirse.
Esta noche daremos con la 35ª película en alzarse con el preciado galardón. Un camino que empezaba con la primera celebración de los Goya en 1987. Una edición que daría paso a otras muchas y que entregaba el premio a la Mejor Película a una de las obras más ilustres de la historia del cine español: El viaje a ninguna parte.
Años cuarenta. En una compañía de cómicos de la legua medio emparentados entre sí, aunque no recuerdan con precisión cuál es su parentesco, surgen amores y desamores. Hay separaciones dolorosas y encuentros felices; el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, y el hambre con el sueño de alcanzar el triunfo.
La adaptación de la novela de Fernando Fernán Gómez, dirigida por él mismo, se convertía en una obra maestra inapelable. Pocas películas se pueden comparar con El viaje a ninguna parte, un filme perfecto para inaugurar el palmarés en aquellos primeros premios Goya.