Es una de esas series de animación atemporales. En el año 1960, la ABC y Hanna-Barbera productions se unían para el lanzamiento de Los Picapiedra. A pesar de que poca presentación necesita, la acción tiene lugar en la Edad de Piedra,en un pueblo llamado Piedradura (“Bedrock”), pero presenta una sociedad idéntica a la americana de mediados del siglo pasado. En un mundo fantástico los dinosaurios, los tigres dientes de sable, los mamuts y otros animales hoy extintos coexistían con los hombres. La tecnología es similar a la del siglo XX, pero son animales los que sustituyen a los aparatos eléctricos. Los personajes conducen automóviles formados por troncos de madera (troncomóviles), ruedas de piedra, en los que el motor era sustituido por el empuje de los pies de sus ocupantes. Las vestimentas eran de piel animal.
Pues bien, allá por 1994, los emblemáticos personajes daban el salto al cine de acción real. Personajes de carne y hueso para una película que, sin ser una maravilla, tenía un encanto familiar indiscutible. En este caso, Pedro Picapiedra es nombrado vicepresidente de la compañía en la que trabaja. Pero un consejero y su secretaria intentan engañarlo para que firme una serie de autorizaciones de pagos y poder quedarse con el dinero. Halagada su vanidad, Pedro llegará a romper su amistad con sus amigos los Mármol.
John Goodman, Elizabeth Perkis o Rick Moranis eran los protagonistas de una cinta en la que no faltaban nombres como el de la mismísima Elizabeth Taylor. Una cinta inolvidable Los Picapiedra que ahora podemos disfrutar gracias a Netflix.