Hay veces que parece que al mundo se le ha olvidado eso de disfrutar las historias de amor. Esos viajes en los que todo es demasiado hermoso como para no dejarse seducir y que muchos evitan. En estos días de alambre y cristales rotos, cintas como El día que vendrá recuperan una forma de hacer cine que siempre nos encontrará firmes en su defensa.
En una Alemania reducida a escombros se desarrolla El día que vendrá, una cinta pulcramente imperfecta. Concretamente es el esqueleto de lo que un día fue Hamburgo el telón de fondo de un triángulo amoroso con esencia de cine clásico. Entre aquellas calles que tan traumáticamente nos mostró Roberto Rossellini en la descomunal Alemania, año cero (Berlín en aquel caso), Keira Knightley trata de reengancharse a un tiempo en el que todos perdieron mucho. Para ello, se reencuentra con su marido, un coronel británico destinado a Hamburgo con el objetivo de reconstruir la ciudad. Lo que pasa es que una barrera invisible separa de forma irremediable ambos personajes.
Imposible no paladear cada plano y cada mirada de una cinta que no pasará a la historia, pero que deja un sabor realmente agradable en el paladar y que se antoja plan ideal por cortesía de Disney+.