Fue una de las estrellas más grandes de los 80 y los 90. Si nos ponemos a enumerar la lista de esas grandes actrices que siempre serán recordadas como auténticas sex symbol de un tiempo, el nombre de Kim Basinger se hace imprescindible. Aquellas décadas asistían al exitoso paso por la gran pantalla de una de las bellezas más arrebatadoras jamás conocidas. La actriz nos conquistaba con su sensualidad en filmes tan inolvidables como Nueve semanas y media. Al mismo tiempo, Basinger también demostraba un talento que desembocaba en el Oscar logrado por L.A. Confidencial (1997).
Como ocurre con muchas actrices, llegadas a cierta edad la industria se olvida de ellas. Kim Basinger fue uno de los mas aberrantes ejemplos. Un problemón para una intérprete que no gestionaba demasiado bien su capital. De hecho, llegaba a comprarse un pueblo por 20 millones de dolares (terminaría vendiéndolo por 1 millón). Esa era solo una de las incontables excentricidades de una actriz que se dejaba pastizales en divorcios (3,5 millones en el de Alec Bladwin) y que terminaba declarándose en bancarrota.
Una vida personal complicada, relaciones de pareja tortuosas, internamientos por trastornos emocionales e incluso agorafobia eran el balance en años de una actriz que, a día de hoy, aparece en cine o televisión muy de cuando en cuando y que lleva una modesta existencia, bastante al margen de los focos.