Nunca es fácil sobreponerse a un personaje demasiado famoso. Muchos son los grandes intérpretes de la historia del cine y la televisión que han visto sus carreras lastradas por papeles que nunca pudieron sacudirse. Los actores de Juego de Tronos saben muy bien lo difícil que es salir de una serie emblemática y hacerse con una carrera interesante. La ficción de la HBO reunía en su reparto a intérpretes de contrastada carrera con otros jóvenes cargados de entusiasmo. Y precisamente estos últimos son los que se han encontrado problemas por doquier.
Emilia Clarke, Sophie Turner, Kit Harington… A día de hoy, los intentos de conseguir el éxito más allá de la ficción de la HBO y el mayor fenómeno de la historia de la pequeña pantalla se cuentan por fracasos entre las jóvenes estrellas de la serie. Eso sí, con una clara excepción: Richard Madden.
Inevitablemente siempre le acompañará el bueno de Rob Stark, pero no se puede negar que Madden ha conseguido labrarse una carrera realmente interesante, hasta el punto de ser hoy una de las estrellas con más presente y futuro de la industria. Puede parecer que su partida, allá por la tercera temporada de Juego de Tronos, fue lo suficientemente temprana como para no caer presa del personaje. Sin embargo, la realidad es que el actor se embarcaba en proyectos acertados y exitosos desde el final de la primera tanda de episodios de la serie de la HBO.
Birdsong y La promesa eran las primeras muestras de que estaba naciendo una estrella. Dos trabajos sensacionales a los que seguiría la interesante miniserie Klondike. Cenicienta, Los Medici, Asalto en París… Todo interesantes apuestas que precedían a la miniserie Bodyguard, un éxito descomunal. Un papelazo en Rocketman, un hueco en 1917 a las órdenes del enorme Sam Mendes eran las guindas y el trampolín definitivo para lo que viene: Su papel en Los Eternos. Efectivamente, Richard Madden será una de las grandes estrellas de Marvel de cara al futuro. Nada puede detener a esta auténtica fuerza de la naturaleza.