8. 1917 (2019): El falso plano secuencia de Sam Mendes puede ser una de las experiencias cinematográficas mas impactantes jamás vistas. En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
7. Cartas desde Iwo Jima (2006): El díptico sobre guerra del maestro Clit Eastwood alcanzaba su máximo esplendor al acercarnos al bando coreano. Rodada íntegramente en japonés, la película ofrece la versión nipona de la batalla de Iwo Jima, el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, en el que murieron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. El objetivo de la batalla para los japoneses era conservar un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí defendían la integridad de su territorio. El mismo año, Eastwood dirigió también ”Banderas de nuestros padres”, que narra la misma batalla desde el punto de vista norteamericano. La versión japonesa muestra cómo el general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe) organizó la resistencia a través de un sistema de túneles.
6. La chaqueta metálica (1987): Stanley Kubrick siempre ha hecho gala de una impresionante habilidad para explorar los lados más oscuros del ser humano. Un grupo de reclutas se prepara en Parris Island, centro de entrenamiento de la marina norteamericana. Allí está el sargento Hartman, duro e implacable, cuya única misión en la vida es endurecer el cuerpo y el alma de los novatos, para que puedan defenderse del enemigo. Pero no todos los jóvenes están preparados para soportar sus métodos.
5. Doce del patíbulo (1967): Debería ser recordada como la auténtica maravilla que es. El comandante Reisman es un oficial estadounidense que se ha distinguido por su valor en la campaña de Italia, durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, su mayor virtud no es la disciplina; de ahí que las relaciones con sus superiores sean más bien tensas. Sin embargo, debido a su brillante historial militar, no dudan en encargarle una misión suicida: asaltar una fortaleza nazi y matar a sus ocupantes, todos ellos altos mandos del régimen. Para ello tendrá que someter a un durísimo adiestramiento a doce presidiarios.