Un paso en falso y todo se puede desmoronar bajo tus pies. Si hablamos de Martin Brest, seguro que el nombre no os dice demasiado. Normal, ya que un tipo que prometía convertirse en uno de los grandes directores del planeta cometía el fatal error de pisar la baldosa que no debía. Y es que Hollywood y el público no perdonan algunos desaciertos. Ya puedes tener una filmografía gloriosa que como le cojan manía a una película, todo termina.
Si le echamos un ojo a la trayectoria de Martin Brest nos encontramos una sucesión de éxitos desde la década de los 80 sobre todo. Superdetective en Hollywood y Huida a Medianoche se convertían en dos de las cintas más emblemáticas y exitosas de aquellos días. Justo después llegaría aquella obra maestra titulada Esencia de mujer, la cinta que le valía el Oscar a Al Pacino y un filme memorable. El paso anterior a una película más floja, pero de enorme éxito: ¿Conoces a Joe Black?
El camino parecía allanado para seguir firmando grandes películas, pero llegaba la mala decisión. Martin Brest escribía y dirigía una cinta en la que se apostaba por la pareja del momento. Hablamos, como no podía ser de otra forma, de Jennifer López y Ben Affleck. Una relación peligrosa (Gigli) era el título de la infamia. El problema es que los actores gustaban por individual, pero su pareja despertaba las antipatías de todo hijo de vecino. Eran empalagosos y ridículos en demasiadas ocasiones. De alguna forma, ambos perdieron la cabeza.
La película era mala con ganas. Inexplicable desatino que se llevaba por delante la carrera de Martin Brest con poco más de 50 años. Un castigo demasiado severo para un error del que seguro que se sigue arrepintiendo a diario.