Estábamos esperando ansiosos el momento. Esta vez es la buena. Dune ha sido de las películas más castigadas por la pandemia de coronavirus. La esperada cinta eres retrasada una y otra vez hasta quedar definitivamente fijada en el 17 de septiembre. Ese día, todos los teléfonos tienen una cita ineludible.
Arrakis, el planeta del desierto, feudo de la familia Harkonnen desde hace generaciones, queda en manos de la Casa de los Atreides después de que el emperador ceda a la casa la explotación de las reservas de especia, una de las materias primas más valiosas de la galaxia y también una droga capaz de amplificar la conciencia y extender la vida.
El duque Leto (Oscar Isaac), la dama Jessica (Rebecca Ferguson) y su hijo Paul Atreides (Timothée Chalamet) llegan a Dune con la esperanza de recuperar el renombre de su casa, pero pronto se verán envueltos en una trama de traiciones y engaños que los llevarán a cuestionar su confianza entre sus más allegados y a valorar a los lugareños de Dune, los Fremen, una estirpe de habitantes del desierto con una estrecha relación con la especia.
La novela de Frank Herbert, llevada al cine por David Lynch (1984) siempre nos ha encantado y en manos de Denis Villeneuve la expectación se ha disparado. Por eso todos esperábamos ansiosos la llegada de las primeras críticas del Festival de Venecia. Lo cierto es que Dune ha gustado a la generalidad, pero no ha generado el entusiasmo que imaginábamos. La primera entrega del díptico arrasa nivel estético e interpretativo, pero no son pocos los que coinciden en que le falta cierta alma. Sea como fuera, este próximo 17 de septiembre podremos descubrirlo en nuestras salas.