Caballero en sus formas y elegante en su estilo. Parece que fue ayer, pero han pasado ya seis años desde aquella triste despedida de Alan Rickman un frío 14 de enero. Era el año 2016 y todos teníamos la sensación de que dejaba un hueco imposible de llenar. No nos equivocábamos. Se iba uno de esos actores capaces de dotar de dignidad cada papel que caía en sus manos, pero también cada palabra en sus entrevistas.
Su adusto rostro le sirvió para firmar algunos de los villanos más recordados del cine, como el que ponía en apuros a Bruce Willis en Jungla de Cristal. Habrá quien le recuerde por Sentido y sensibilidad o por ser el marido de Emma Thompson en la deliciosa Love Actually, pero seguro que lo que no olvidará el gran público es a su sobresaliente personaje de Severus Snape en la saga de Harry Potter.
Hoy no podemos más que agachar la cabeza y recordar con tristeza a uno de esos actores que tanto nos gustaban. Uno de esos tipos que lo hacía siempre bien. Siempre nos quedarán las decenas de veces que nos cautivó en la gran pantalla este intérprete inglés de pura cepa. Actores como Alan Rickman ya no se fabrican.