“Si hablamos acerca del viaje, incluso metafóricamente, uno ha de decir que, en efecto, no es importante el lugar a donde se llega, lo importante es embarcarse en un viaje”. (Andrei Tarkovski)
Es posible que hayáis oído hablar desde hace tiempo de un proyecto denominado El Cosmonauta que estaba siendo financiado mediante la fórmula del crowdfunding. Miles de pequeños productores, además de otros organismos oficiales, se encargaron de levantar este proyecto. Un proceso de producción muy original que ha permitido al joven director Nicolás Alcalá realizar su primer largometraje con el apoyo de las otras dos personas que forman Riot Cinema Collective.
Al parecer, la película que se ha estrenado hace días es tan solo una pequeña parte de un producto transmedia que constará de 34 episodios más, un libro, un falso documental, etc. Como vemos, se trata de un proyecto de gran ambición que aprovecha al máximo las nuevas tecnologías, los innovadores canales de financiación y de promoción. Pero lo que nos toca aquí es juzgar la película.
Resulta sorprendente la cantidad de palos casi instantáneos que le han caído a El Cosmonauta una vez estrenada. Da la sensación que buena parte de los aficionados al cine que conocían el proyecto esperaban el estreno con el cuchillo entre los dientes. Se dice que ha recibido una buena parte de la financiación a través de una subvención del ICAA, entre otros rumores.
En nuestro caso, apenas conocíamos nada de El Cosmonauta y mucho menos a su joven director, así que podemos juzgar la película sin prejuicios. Esta cinta narra la historia de un astronauta ruso que viaja a la Luna en 1975. Han pasado seis años desde que Armstrong y compañía alunizaron. Los americanos, por detrás de los soviéticos en la carrera espacial desde el Sputnik, daban un golpe sobre lo mesa. Un golpe que pareció definitivo.
Tras una breve (y quizás prescindible) introducción que nos sitúa en el contexto histórico nos acomodamos en la nave espacial de Stas que advierte de una serie de problemas para volver a la Tierra una vez abandonada la Luna. A partir de ahí, la cinta se mueve a través de flashbacks y una mezcla (aparente) de sueño y realidad. Y es entonces cuando la ciencia ficción deja paso al drama sentimental.
No hay ningún problema en mezcla géneros. Muchas grandes películas lo hacen. El problema es que se asumen más riesgos. En este sentido, El Cosmonauta pierde su fuerza al introducir la problemática romántica de su trío protagonista. Una mujer, dos hombres. La amistad y el amor. Aburrido, trillado y falto de cohesión narrativa. Más tarde nos enteramos de que muchas claves de la película serán desveladas en la serie. ¿What?
A nivel técnico, la cinta rezuma profesionalidad, con imágenes atractivas y de gran belleza. Los actores cumplen y muchas de las localizaciones son brillantes desde el punto de vista cinematográfico. Alcalá y sus colaboradores han demostrado suficiente categoría para ser tomados en serio en un futuro, al menos a nivel técnico.
Pero el problema de El Cosmonauta es narrativo. Ya no sorprende a estas alturas (es el gran problema del cine actual). El guión es un elemento vertebrador fundamental en una película (sea de cuño narrativo o poético). Pero sacar adelante un proyecto cinematográfico es tan complicado (más todavía en este caso) que lo que primero que se suele olvidar es del guión.
La coartada más habitual en el cine independiente es utilizar el término “poético”. Pero no cuela. “Vemos dos o tres veces El Espejo o Solaris de Tarkovski para motivarnos. Vamos a rodar unas puestas de sol, unos travellings sobre el agua, unas hojas mecidas por el viento y el rostro triste de una mujer. Lo unimos mediante el montaje y ya tenemos película. ¿Qué nos critican? Es poesía. ¡Ah! Entonces os nominamos para el Festival de Cine de Vladivostok”.
Pero si esto lo hace un gigante del cine como Terrence Malick, cómo no lo va hacer un debutante como Alcalá. La poesía tiene sus reglas, tanto a nivel literario como cinematográfico. Decir que una película es poética es como decir que es narrativa. Muy bien, ¿pero está construida bien esa narración? ¿Está bien estructurado ese poema visual? No todo vale, amigos. No es suficiente con inspirarse con la frase que encabeza este texto para hacer una buena película. Si no, todos directores.
En definitiva, El Cosmonauta es un proyecto muy interesante a nivel de financiación y promoción que puede abrir las puertas a muchos jóvenes cineastas. Como película apunta alto desde el punto de vista técnico, pero naufraga narrativamente. Algunos críticos le han puesto la etiqueta de pedante, incluso el propio director ha asumido ese adjetivo en alguna entrevista. Nosotros no creemos que El Cosmonauta sea pedante. Es mediocre. Pero no hay razón para alarmarse. Ya les gustaría a muchos directores nóveles firmar este debut. Alcalá tiene toda la vida por delante para mejorar sus guiones y olvidarse de emular a sus héroes cinematográficos. No sirve para nada. Si no, que le pregunten a Lars von Trier.
La película es tediosa, cansina, y vacía, una rara manera de contar un triángulo amoroso, las escenas de sexo odiosas, sobretodo la de antes del lanzamiento, absolutamente fuera de lugar, típicas del cine español erotizado, la chica guapa es una auténtica marioneta al servicio de los dos galanes que se la quieran almorzar.
Y esto es lo peor, la trama es tan básica que igual daba que fuera un viaje en barco al Nuevo Mundo, alguien que se va a la guerra o un naúfrago en una isla, lo del viaje a la Luna termina siendo un simple relleno, una excusa; Se supone que es un filme de astronautas o cosmonautas y a penas si muestran en alunizaje soviético, o la reentrada, ahora esas escenas del cosmonauta deambulando en una tierra de nadie, mientras le habla a una radio que nunca se le acaba la batería, un total desastre.
Los que pensaron que voy a gastar mi dinero en pagar para ver escenas alternativas, precuelas o secuelas, se quemaron conmigo, eso es estafar a la gente.
MIRA QUE ERES TONTO