Crítica: “Gravity”

Desde nuestra más tierna infancia, el momento en el que se apaga la luz de la habitación es el instante propicio para que, amparados por la oscuridad nuestros miedos nos asalten de forma despiadada. Algunos son comunes a la mayoría de los mortales, como la turbación que nos genera pensar en los espeluznantes seres que podrían morar bajo nuestra cama. Pero otros son más íntimos y particulares. Habitan en lo más recóndito de nuestros subconscientes. Entre esos miedos, un servidor puede contar el asombroso temor y angustia que le embriagan al pensar en quedarse solo a la deriva en medio de la inmensidad del océano. La nada por los cuatro costados. Pero una “nada” hostil, dispuesta a devorarte en cualquier momento. Un miedo parecido sentía el pequeño Alfonso Cuarón cuando la noche caía sobre México D.F., miraba a las estrellas y pensaba en lo terrible de  un “naufragio espacial”. El terror que supone la certeza absoluta de una muerte por agotamiento. La impotencia y la angustía del mero pensamiento eran suficientes para turbar los ánimos de un niño que, como todos hacemos, legó esos miedos al hombre que hoy es. Ahora, a sus más de cincuenta años le ha puesto nombre a esas pesadillas de infancia, y ese nombre es “Gravity”.

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No es necesario dar muchos rodeos cuando el objeto de nuestras líneas es una cinta como “Gravity”. No estamos frente a una película buena o mala (si es que queremos simplificar nuestras reflexiones). Nos encontramos ante un auténtico milagro cinematográfico. La propuesta de Cuaron va más alla de cualquier experiencia que se hubiese podido vivir previamente en una sala de cine. La obra rompe la barrera que separa la realidad de la ficción, agarrando al espectador por la pechera y lanzándolo al espacio exterior. Al mismo ritmo en que notamos como nos hacemos más livianos gracias a la derogación de las leyes de la gravedad, sentimos como la presión aplasta nuestro pecho. La falta de óxigeno se hace patente. El terror nos embarga. Ya no estamos en una sala de cine. Estamos ante una experiencia vital incomparable.

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No sería justo referirnos a los impresionantes alardes técnicos que muestra el filme. Cuando se habla de “técnica” da la impresión de que se pierde el lado romántico y las palabras se convierten en algo frío y aséptico. El despliegue visual que se realiza en “Gravity” no busca dar un envoltorio hermosos a un vacuo regalo, sino que se pone al servicio de un objetivo superior: el de ofrecernos al común de los mortales la posibilidad de ser partícipes activos dentro de una película. Por primera vez se tiene la sensación de que el 3D hace más grande, si cabe, a la película. Sirva como prueba de ello que tras múltiples experiencias con películas en tres dimensiones, esta ha sido la primera vez que el aquí firmante ha apartado su cabeza de manera refleja para evitar que le golpease un objeto salido de la pantalla.

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Probablemente el punto más débil de “Gravity” se encuentre en su escasa innovación argumental. Será el centro de los ataques de quienes estén empeñados en atacarla, pero no se dejen engañar. Lo único que ocurre es que en comparación con su poderosa estética, cualquier libreto nos habría parecido insuficiente. El guión de “Gravity” no es ni más ni menos que lo que debe ser para el objetivo que se persegue. Incluso no sería osado hablar de momentos brillantes en este, como son esos primeros minutos en los que la presentación de personajes y la generación de sensaciones son unicamente mérito de una talentosa pluma.

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Llegados a estás alturas de nuestra reflexión sobre la genial cinta, la angustia ha vuelto a hacer presa de nostros por el mero hecho de recordar cada una de sus secuencias. Pasan los días, pero todavía resulta imposile sacudirse las sensaciones vividas con “Gravity”. Que nuestro último esfuerzo antes de volver a la Tierra sean para ensalzar la inmensa interpretación de Sandra Bullock (nada despreciable tampoco la de Clooney) y para rendirnos a los pies de ese genial director llamado Alfonso Cuarón. Respiremos ya. Solo ha sido una película… ¡pero qué película!

5 Comments

  1. Manuel Luiso Medina octubre 6, 2013
  2. PatoDry noviembre 5, 2013