Steve Jobs no necesita presentación. Así que prescindiremos de ella. Apple, sus tentáculos mediáticos y su legión de fanáticos se encargaron de difundir (por decirlos suavemente) la imagen y trayectoria del emprendedor californiano especialmente tras su muerte. Octubre de 2011 estuvo plagado de homenajes y artículos hagiográficos. Dos años después, llega la película. En 1999 ya se produjo un primer acercamiento a la figura de Jobs en Piratas de Silicon Valley, un telefilm en el que Noah Wyle (Urgencias) interpretaba al co-fundador de Apple. Pero jOBS es una cinta con mayor ambición.
La película dirigida por Joshua Michael Stern viene precedida de críticas negativas procedentes de Estados Unidos. Si no ha gustado allí, donde Jobs es venerado como un ser casi divino, mal vamos. Pero es posible que sea esa veneración la que ha perjudicado la imagen inicial de esta película. jOBS no es una hagiografía, no es un relato devoto de la vida y milagros de Steve Jobs. De hecho, la película no pone demasiado énfasis en su talento creativo (y sí en su habilidad para negociar o cumplir objetivos). Tal vez por ello, decepcione a sus fans más devotos…
Pero es que el biopic es uno de los géneros más engorrosos del cine. Es muy difícil encontrar un biopic que se salga de la estructura ascenso-caída-redención que tanto gusta a los guionistas y, por lo visto, a los espectadores. Una película biográfica se nutre de la fascinación que despierta en el espectador determinada figura histórica o contemporánea. Y explota esa fascinación. Sin más. Así es, en parte, jOBS.
La historia se inicia con un gran travelling en el que se sigue a Jobs en su presentación del iPod. Los asistentes al acto asienten embelesados a las palabras del magnate californiano. Y estallan en aplausos cuando Jobs se saca del bolsillo el aparato en cuestión. Y entonces viajamos atrás en el tiempo para asistir a los años de universidad del protagonista. Su contacto con el LSD, sus primeros colegas, novias, el viaje a la India, etc.
Poco después se queda fascinado ante una de las creaciones de Steve Wozniak. Una placa informática que permite conectar una computadora a la televisión. Y Jobs comienza a sacar partido de su talento… De su talento para explotar el talento de sus compañeros, socios y subordinados. O al menos así nos lo dibuja esta película. jOBS es menos condescendiente con la figura del fundador de Apple de lo que cabría esperar. ¿Hasta qué punto fue tan despótico como narra la película?
A los biopics hollywoodienses les gustan los excesos… Muchos más excesos, ya sean positivos o negativos, de los que ofrece esta cinta. El protagonista tiene que morder el polvo, estar al borde del colapso y luego ascender a los cielos. Por eso jOBS es una película extraña. De ritmo cansino tras su inicio, el espectador se pierde entre tanto despacho y reuniones de la junta directiva de Apple. Por momentos, parece más interesada en mostrar los entresijos del poder que maneja la empresa estadounidense que en profundizar en la figura de Jobs.
Y así nos vamos aproximando al final de la película, esperando que pase algo importante. Pero no. Por ello jOBS es un biopic contenido, sin grandes alardes, convencional, sí, pero alejado de los desmesurados fuegos de artificio de las películas biográficas made in Hollywood. jOBS es fría, no impacta. No satisface, pero tampoco enerva. ¿Y Asthon Kutcher? Correcto.
Lo Mejor: Contenida, sin demasiados artificios para remover la emoción del espectador, salvo su inicio.
Lo Peor. No contentará a los fans de Jobs, que pueden sentirse defraudados, ni a los infieles de Apple, por la escasez de carnaza. ¿Y James Woods…?