“Todos los años hay dos o tres películas sobre judíos en un sótano”, pudimos escuchar el otro día en una conversación sobre La ladrona de libros. Ese es uno de los problemas a los que se enfrenta esta película. La reiteración en las propuestas cinematográficas sobre El Holocausto deriva en un cierto cansancio entre los espectadores. Y no hay que confundir conceptos. A estas alturas, casi todo el mundo, confiamos, está concienciado sobre el drama que vivieron los judíos durante la II Guerra Mundial. Otra cosa es que una parte del público se harte de películas que abusan de las mismas estrategias para sensibilizarlo.
Por otro lado, La ladrona de libros está basada en el exitoso libro de Markus Zusak del año 2005. Y aunque no lo hemos leído, nos tememos que la adaptación de Brian Percival (Downton Abbey) y Michael Petroni (Las crónicas de Narnia) no consigue su propósito. Para empezar, el asunto del narrador no queda suficientemente justificado durante todo el metraje. No sabemos cómo será en el libro, pero en la película resulta un recurso impostado y apenas coherente.
La ladrona de libros no es una mala película. Es una película más. Tal vez dentro de unos años sea pasada a las 4 de la tarde en algún canal y se convierta en un buen pasatiempo bajo la manta. Pero, a nuestro juicio no es más que eso. La presencia de Geoffrey Rush y Emily Watson salvan a la cinta de caer en lo anodino. El intérprete australiano, al que hemos visto hace poco en La mejor oferta, es un seguro. Nadie le va a descubrir a estas alturas. En The Book Thief saca su lado bonachón y perfila un papel hecho a su medida.
Aprovechamos para reivindicar la figura de Emily Watson. La actriz británica surgió son Rompiendo las olas de Lars Von Trier y ha encadenado grandes (y pequeños) papeles en cintas como Hilary y Jackie, Las cenizas de Ángela, La Propuesta o Punch-Drunk Love, esta última de Paul Thomas Anderson. Watson es una de esas actrices que mejoran cualquier película. Aunque no la conviertan en buena…
Las escenas familiares y los pequeños toques de humor en la relación del matrimonio Hubermann son los momentos más agradables de La ladrona de libros. ¿Y Liesel? Parece que la adaptación de la pareja Percival/Petroni ha querido abarcar demasiado y al final no acabamos de empatizar ni emocionarnos demasiado con la protagonista, a pesar de las estrategias de trazo grueso utilizadas. Su relación con la mujer del alcalde y el asunto del robo de libros no quedan muy bien perfilados. Y el personaje de Max tampoco es un derroche de originalidad.
No obstante un diálogo que mantienen Liesel y Max es el instante más brillante de la película, que suponemos, estará tomado del libro. Lo reproducimos, atención SPOILER:
-¿Puedes hacerme un favor? Descríbeme el día. ¿Cómo está afuera?
-¿Está nublado?
-No, no, no, haz las palabras tuyas. Si tus ojos pudieran hablar, ¿qué dirían?
-Es un día pálido. Todo está atascado detrás de las nubes y el sol no luce como el sol.
-¿Cómo luce?
-… Como una ostra plateada.
Nos quedamos con esta manifestación del surgimiento de la expresión poética. Y con Rush y Watson. Tal vez La ladrona de libros pueda ser disfrutada por un público adolescente no muy habituado a esta temática. Pero en nuestra opinión se trata de un proyecto muy irregular que se cierra, además, de forma un tanto irritante y tópica: salón luminoso, montones de fotos, piano, Central Park y la manzanita Apple… Todo correcto. Todos contentos. Liesel lo consiguió.
Lo Mejor: Siempre eficaces, Geoffrey Rush y Emily Watson. La conversación aludida entre Max y Liesel.
Lo Peor: Tópica. Muy irregular en su desarrollo. El germanenglish del guión (O uno, u otro, amigos). Es como si Cristo en La pasión de Mel Gibson entona un sonoro “My God, My God, why have you forsaken me” en perfecto inglés en la cruz. El pesado de John Williams, como es habitual en él, remarcando emociones, por si las moscas. La manzanita que se cuela sobre la bocina.
esta bien
Me llegó mucho más “El pianista” y me dejó aplastada “La zona gris” con un Harvey keitel casi alienígena de lo metido que estaba el hombre.
A pesar de que me interesa y estudio con cierta frecuencia alrededor de la 2ªGM debo reconocer que como se comenta, el desgaste de la repetición se deja notar, acabaremos desarrollando una cáscara anti-sensiblería, espero que sea sólo ante las películas!
Por cierto, dejo enlace a una versión muy curiosa de la película, supongo que solamente apta para quién ya la haya visto o no piense hacerlo… Igual pruebo en mis carnes… Digo, oídos 😉
Crítica: “La ladrona de libros”
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Crítica: “La ladrona de libros”
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