Nota: 5
No me miréis así. Me duele a mi tanto como a vosotros. Yo quería ponerle un notable alto. Puede que incluso un sobresaliente, pero no ha habido manera. Todavía muevo la cabeza a los lados con la mirada perdida y preguntándome qué ha ido mal sin encontrar una respuesta adecuada. “Transformers: La Era de la Extinción” lo tenía todo para hacer saltar por los aires nuestro “molarometro”, pero algo ha fallado. La cinta es más larga que las anteriores entregas, tiene más y más grandes Transformers, están todos mucho más enfadados, tiene más Mark Wahlberg… ¡Santo Dios! ¡Tiene hasta Dinobots! ¿Dónde está entonces el problema? Pues en que, probablemente nuestro amado Michael Bay se tomase diez cafés bien cargados cada mañana antes de rodar.
Después de tres entregas rebosantes de adrenalina, Bay pretendía dar un lavado de cara a su taquillera franquicia cambiando a protagonistas y dando un toque más épico y romántico a la cinta, con unos Autobots que han pasado a considerarse como chatarra obsoleta. Nuestras expectativas se disparan cuando disfrutamos de un buen puñado de minutos en los que el objetivo se cumple con éxito. Esto parece la versión vigoréxica de los replicantes de “Blade Runner” y a nosotros se nos ponen los ojillos como a un conejete cuando le das las largas en la carretera. Nos vamos emocionando al ritmo de los primeros acordes de la música de Steve Jablonsky, pero entonces Michael Bay grita “¡rompedlo todo!”, y ahí termina la historia.
No vamos a ponernos ahora exquisitos. No es que le pidamos los diálogos de “True Detective” ni que exijamos un desarrollo de personajes o de tramas al estilo Robert Altman. Con una historia emotiva, tintes épicos y acción de la buena nos damos por satisfechos. Es lo que buscamos en Optimus y compañía. El problema es que una cosa es acción y otra sufrir un ataque epiléptico en medio de la sala. Días después, todavía retumba en nuestras cabezas el sinsentido de chatarra mezclándose y golpeándose a lo loco, con un Mark Wahlberg correteando por ahí en medio de un vano esfuerzo por dotar de corazón a ese gigantesco monstruo descontrolado llamado “Transformers: La Era de la Extinción”.
A ver. Tampoco os asustéis del todo. Hay sus momentos para babear con Optimus a lomos de un Dinobot, hay planos mesiánicos marca de la casa y, sobre todo hay frases de esas que incitan a levantarse e iniciar un aplauso en la sala. De hecho probad a salir del cine tres veces a tomaros un descanso de cinco minutos. Probablemente así, el empalago sensorial sea menor y “Transformers: La Era de la Extinción” se convierta e lo que todos deseábamos: Nostálgia Robótica.
Héctor Fernández Cachón