Después de digerir “The Hunt (La caza)“, pensé que tendría que esperarme bastante hasta que otra película llegara a golpearme en centro del pecho. Suerte que me equivocaba porque “En la casa” (o “Dans la maison”, como prefiero pronunciar con aire ligeramente afectado y un deleznable acento francés que, no obstante, alegra mis oídos) me abatió escena tras escena. ¡Qué a gusto me quedé! No inmediatamente, desde luego, porque tiene un final que… no os destriparé.
Os pongo rápidamente en situación. Germain, profesor de instituto, escritor frustrado, casado con una mujer que adora el arte moderno y lleva una galería que debe sacar adelante como sea, se encuentra con Claude, un alumno que destaca entre los demás por su manera de escribir. Germain quiere alentarlo y accede a darle clases particulares para controlar sus escritos, ayudarle con las técnicas de narración, cuestionarle… lo que sea con tal de estimularle y exprimir un talento más que latente. En el fondo, intuimos que aprecia al chico porque se ve reflejado en él y quiere que florezca en términos literarios.
Pero, obviamente, “En la casa” no es un taller de escritura para el espectador, sino que guarda una trama más oscura. Para inspirarse, Claude necesita referentes reales y coge a la familia de su compañero de clase, Rapha Artole. Con la excusa de que debe ayudarle con las matemática, los Artole le abren la puerta y le dan acceso a su más recóndita intimidad, de esta manera puede elaborar una serie de redacciones que entrega a su intrigado profesor por capítulos. Pero todas las historias tienen su final, ¿qué pasará cuando Claude tenga que dárselo a la suya?
“En la casa” juega con el espectador
Y esto debemos tomarlo como un halago de los grandes porque no lo digo en el sentido de que sea tramposa, tenga un horrible giro en el final o que apueste solo por elementos de sorpresa. En ese aspecto, aunque es posible que no nos esperemos algo, es bastante calmada y la verdad es que no se echa de menos. Ya tiene suficientes instrumentos por sí sola para mantenernos con el culo pegado a la silla. Claude es un chico malo que manipula a Germain, a Rapha y a nosotros. Pero no es del todo su culpa.
Françoise Ozon, director de “En la casa”, quería principalmente mostrar el proceso creativo de una obra; cómo empezar, cuáles son las preguntas, los obstáculos que salen en el camino, qué es lo que el lector/espectador quiere, etc. Y ahí, por supuesto, tiene que entrar el tema de la manipulación porque es un factor estrella. La mejor manera de demostrarlo es poniéndolo en práctica. Al igual que Germain, nosotros acabamos entrando en la casa (de hecho, en las tres casas de los tres núcleos [Familia Artole, Matrimonio Germain, Claude] de la película) y a veces cuesta distinguir lo que es real y lo que es inventado. Esa línea se funde, si es que en algún momento existió esta dicotomía.
Está plagada de referencias literarias que debemos apuntar y tener en cuenta: el instituto de Germain se llama Gustave Flaubert, este autor es vivamente recomendado por el profesor para que Claude aprenda a presentar a los personajes sin juzgarlos, se habla de los escritores rusos, de, por supuesto, “El guardián entre el centeno”, vemos a Madame Bovary encarnada en la madre de Rapha y un sin fin de guiños más a grandes hitos de la literatura universal muy disfrutables. Sin embargo, también se aprecian las influencias de Hitchcock (el espectador como centro de la obra) o Woody Allen (en la pareja que forman profesor y alumno), lo quiera o no, dos grandes del cine. Françoise Ozon, sigue así y te sumarás a ellos.
He aquí los monstruos de la creación. Claude es uno de ellos. Germain (y, repito, nosotros) víctima. Ernst Umhauer y Fabrici Luchini les dan vida respectivamente, y una vida extraordinaria porque las actuaciones son muy interesantes. También el resto del reparto cumple su trabajo. Yo creo que resulta más fácil trabajar bien cuando tienes un guión de diálogos brillantes, escenas bien estructuradas y el planteamiento corroyendo constantemente los pensamientos del público.
La música es un aspecto que no se descuida y para muestra un botón. Añado la del final porque es la que puso banda sonora a mi perplejidad, a mi resignación de que la película acabara.