¿Puede ser el cine más magnífico? Por supuesto que no. Después de los último coletazos ofrecidos por la cultura de los 80, la sociedad parecía agotada de un tiempo tan radical en sus propuestas. Pero ni una década tardaron aquellos años en convertirse en lo que hoy son: aquellos maravillosos 80. El cine no permaneció impermeable a un tiempo tan cargado de ilusión, buen rollo y mejores intenciones. En ese contexto se desarrollaron un buen puñado de películas nacidas con el único objetivo de hacer del mundo un lugar mejor y, de todas ellas, “Regreso al Futuro” es su gran exponente.
Tres décadas acaba de cumplir. Que una película sea capaz de divertirte, emocionarte y entretenerte más durante todo ese tiempo debería ser argumento suficiente para ponerse frente a la pantalla y disfrutar de las aventuras de Marty McFly. Robert Zemeckis, uno de los mejores directores de los últimos treinta años (“Forrest Gump”, “Náufrago”) firma una de las películas abanderadas de toda esa generación de nacidos en los años ochenta. Imposible no emocionarse con el bueno de Marty y Docy al ritmo de la famosa partitura de Alan Silvestri. Dejando a un lado el romanticismo que nos inspira la mencionada década, “Regreso al futuro” parte de un guión extremadamente brillante, que logra entrar en el complicadísimo mundo de los viajes temporales y salir airoso. No hablamos de una simple comedia adolescente. Se trata de una lección narrativa que debería estudiarse en todas las escuelas de cine.. Con buenos guiones, buenos directores y buenos actores, nada puede salir mal.
“Nadie, ¿me oyes?; ¡Nadie me llama gallina!”
No perdáis la oportunidad de sentaros en el Delorean con Michael J. Fox una y otra vez en esta fantástica película y sus dos poderosas secuelas. Porque los que nacimos en los ochenta sabemos que el cine es grandioso gracias a Orson Welles, Ingmar Bergman o Akira Kurosawa, pero también que el amor que compartimos se debe a “Los Goonies”, “E.T.”, “El club de los cinco”, “Los Cazafantasmas” o “Regreso al futuro”.